Cuando pienso en la Torre Latinoamericana, imagino una gran nave que va cargando su propio universo, un Enterprise y su tripulación, un buque flotando sobre el inmenso mar que lo rodea: la Ciudad de México. Así también, de pronto me descubro a mí mismo y al otro cruzando el espacio de la torre por el tubo del elevador. Un individuo emerge del infinito de lo cotidiano. Un evento en la torre y para la torre. Tal vez un retrato del edificio y sus usuarios. La colectividad y el individuo. La Ciudad de México y la torre. Durante seis meses, llevé a cabo una serie de actividades con el propósito de involucrarme con los visitantes de la torre y los usuarios cotidianos. Desde entrevistas y pláticas con los elevadoristas, hasta un viaje en helicóptero alrededor de la torre, tomas con una video-cámara desde diferentes puntos del edificio y una serenata para el mismo.

Diego Gutiérrez, julio de 1998